En los arquetipos en sueños se puede percibir tres facetas de la personalidad de un individuo. Puede representarse como personas que conocemos, como personajes o estereotipos y finalmente como seres que no existen o míticos. El lado más difícil de una persona tiene un nombre: la sombra, representación de las debilidades y faltas de uno mismo. La sombra tiene el mismo sexo que la persona que sueña y se suprime por el temor que causa y su faceta incontrolable.
Por otro lado existe el anima, animus, parte de si misma que es de diferente sexo. En el hombre se trata de todo lo relacionado con el instinto, lo sensible, lo femenino; en una mujer representa los atributos masculinos de la lógica y la objetividad. Por último existe el lado verdadero o el ideal que tenemos sobre este, que contiene el potencial creativo que puede llegar a alcanzar el individuo y que se transmitirá llegado el momento a través de los sueños.
Arquetipos en sueños
Aunque el sí mismo se represente en un principio como el potencial que pertenece a un futuro, puede llegarse a fusionar junto a los demás aspectos y por lo tanto la persona puede convertirse en una imagen completa, real y múltiple. Si trabajamos con las imágenes arquetípicas y las llegamos a comprender las figuras que surjan de nuestros sueños pueden llegar a contribuir la creación de una realidad que exista más allá de cualquiera de ellas, no volviendo a aparecer una vez cumplida su función en los sueños, exceptuando situaciones difíciles o épocas en que padezcamos tensión.
La mejor cualidad de la que disponemos interiormente es la energía, transformada en potencia durante el sueño y que puede ser representada a través de fuerzas vitales que tenemos a nuestra disposición, cuyo objetivo finalmente es servirnos de estímulos para que la energía se convierta en acción.
Comprender los arquetipos que nos ofrecen los sueños
Para que comprendamos las imágenes arquetípicas y sus funciones es imprescindible tener presente el objetivo correcto. Nuestro crecimiento personal se produce cuando comprendemos e integramos todas estas facetas a nuestro carácter. Cada aspecto de nuestra personalidad de disponer de su espacio propio para que no influya en otros. Nos permitirá madurar así cada aspecto y a su vez, mejorar nuestra capacidad de comprendernos a nosotros mismos, y es por eso que cuando surja un conflicto, indistintamente de su gravedad, no llegará a destruirnos puesto que sabremos como sobrellevarlo.
Los distintos aspectos de la personalidad al interactuar deberían mejorar nuestro carácter. Gracias a la separación y su posterior comprensión de forma individual se establecerán en nuestra personalidad de forma permanente. Llegados a ese punto nuestro conjunto de aspectos en la personalidad será superior a la suma de todas las partes.